Madrid.- La Policía no ha resuelto del todo el robo de las 45 botellas exclusivas en el famoso restaurante Atrio de Cáceres. De hecho, falta la más valorada por sus dueños, el chef José Polo y su pareja Toño Pérez, un Château d’Yquem de 1806, valorado en 310.000 euros, pero al menos tiene a sus autores materiales detenidos: Constantín Golubic, un ciudadano rumano con antecedentes de 47 años, y Priscila Lara Guevara, mexicana de 29 años que fue Miss Earth por el Estado de México en 2016, según han confirmado fuentes de la investigación.
El hombre, que también tiene la nacionalidad neerlandesa, había sido arrestado por casos similares de robos de botellas de vino o licores de alto precio. Por ello, tenía causas pendientes en dos juzgados de Madrid. Una de ellas se refiere a la sustracción de un vino valorado en 39.000 euros de una bodega gourmet del barrio de Salamanca. La mujer no tenía antecedentes penales.
Desde que cometieron el robo en Cáceres en octubre del año pasado han estado viajando por Europa, utilizando para ello pasaportes falsos y siempre viajando en coche para no ser detectados en los aeropuertos.
Tras el golpe de Cáceres viajaron a Rumanía y después regresaron a España. Desde entonces se han movido por otros países europeos y han estado en Croacia en varias ocasiones, tras visitar Montenegro. Precisamente fueron detenidos en Croacia, en el puesto fronterizo de Karasovi Sutorina.
Ahora se encuentran en este país a la espera de la emisión de una euroorden para su extradición a España, lo que podría ocurrir en unas dos semanas, con el fin de que la Policía los ponga a disposición del Juzgado de Instrucción nº 4 de Cáceres, que es el que lleva el caso.
El jefe de la brigada de la Policía Judicial de Cáceres, Luis Carlos Caballero, ha explicado que la pareja residía en Madrid aunque no estaban mucho tiempo en el mismo sitio como medida de seguridad para no ser localizados. “La venta de este tipo de vinos produce muchos beneficios y han vivido de esto durante mucho tiempo”, ha informado, para apuntar que se trata de personas “especializadas” en esta clase de robos.
La policía, aunque desconoce en estos momentos la localización de las botellas, confía en dar con el paradero de las mismas. Este tipo de robos de ‘guante blanco’ se suele realizar por encargo de un tercero.
Los mandos policiales de la operación han ofrecido hoy una rueda de prensa en Cáceres para ofrecer detalles de esta operación, que continúa abierta. En concreto, han participado José Ángel González, jefe de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros de la Policía Judicial; el jefe Superior de Extremadura, Alfredo Garrido, y la delegada del Gobierno en Extremadura, Yolanda García Seco.
Un golpe planeado al detalle
Los ahora detenidos prepararon el golpe con todo detalle porque estuvieron en las instalaciones de Atrio hasta en tres ocasiones antes del robo perpetrado en la madrugada del pasado 27 de octubre. Según el informe de la Policía, al que ha tenido acceso EL MUNDO, visitaron hasta en tres ocasiones el restaurante, desde donde se accede a través de una puerta a la bodega. En concreto, cenaron dos veces y en la otra ocasión almorzaron. Fue en junio, en dos ocasiones, y en agosto otra. Pasaron absolutamente inadvertidos. De hecho, si por algo destacaron fue por su exquisita educación y modales, como contó horas después del robo José Polo.
El día del robo la mujer realizó la reserva de la habitación y llegó en primer lugar. Bien vestida, llamó la atención a la directora del hotel porque iba con una peluca y sólo traía consigo una mochila. Nada que hiciera sospechar algo extraño. Mostró un pasaporte suizo como identificación y siempre habló en un perfecto inglés, como luego su acompañante.
Después de inscribirse en el hotel, la mujer recibió la visita de su acompañante, que no estaba registrado. Cenaron juntos y pagaron de inmediato. Se mostraron extremadamente amables y muy educados y como suele suceder con la mayoría de los visitantes que lo requieren, se les ofreció una visita a la exclusiva bodega, que es otro de los atractivos que ofrece la dirección de Atrio después de degustar sus esmerados y atractivos platos y su gran colección de vinos.
Más que una emblemática bodega, lo que tiene Atrio es un auténtico museo. Más de 4.000 referencias, entre las que se incluyen 42 añadas de Mouton-Rothschild, 27 de Latour, 23 de Petrus…. y 80 del mítico Château d’Yquem, la mayor colección del mundo fuera de la bodega, que se puede visitar en una pequeña capilla, con la mítica botella de 1806, también robada, y que es la que especialmente ha causado un gran daño moral a sus propietarios.
Así que la pareja visitó la bodega y posteriormente subió a la habitación. No fue hasta el mediodía del día siguiente, cuando se comenzó a preparar el servicio de comidas del restaurante, cuando uno de los somelier accedió a la cava y echó en falta algunas botellas. Se da la circunstancia de que la iluminación había sido cambiada días antes. Pero durante la madrugada, el hombre abandonó la habitación para dirigirse al sótano donde se encuentra la bodega. Era sobre las 1.30 horas. Tras acceder con una llave maestra, previamente sustraída, salió después con tres grandes mochilas -una en cada mano y otra a la espalda- donde introdujo las botellas. Para protegerlas, utilizaron varias toallas de la habitación. Mientras tanto, la mujer distrajo al empleado con la excusa de que le preparase algo de comer a pesar de que la cocina ya estaba cerrada.
El robo fue descubierto a la mañana siguiente. Los presuntos autores ya no estaban en el hotel, que dejaron sobre las 5:30 horas. El vigilante de seguridad propio que tiene el establecimiento tampoco se dio cuenta de nada. De hecho, fue el que atendió a la mujer que solicitó algo de comida y este trabajador le advirtió entonces que la cocina estaba ya cerrada. Pero tanto le insistió y tan inculcada tienen la labor de servicio todos los empleados del complejo, que finalmente el propio vigilante le preparó una ensalada, momento que aprovechó el atracador para llevarse las botellas. La mujer llegó a insistir en que le prepararan un postre para ganar más tiempo. Pasaron entre diez y quince minutos, suficientes para desvalijar la bodega y subir hasta la habitación las 45 botellas sustraídas.
Después, sobre las 5.00 horas, ya estaba en recepción para realizar el check out. Pagaron con tarjeta y se marcharon andando, perdiéndose por las calles peatonales del casco antiguo de Cáceres, en la oscuridad de la noche. De ahí, la huida de España por varios países europeos durante estos meses.
Un golpe limpio, de especialistas, hasta que han sido detenidos, de momento sin las botellas.
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